II
Prioridad olvidada
Nosotros en lo colectivo, como sociedad, también contamos con
una enorme valija donde encerramos a los conciudadanos que no cumplen con
la leyes que nos rigen, esa gran valija se llama la cárcel… ahí
los vertemos y los encerramos por el tiempo que los jueces y las leyes
lo estipulen y caso cerrado… nos olvidamos de ellos…. Todos los días
en la prensa nos enteramos de los delitos que ocurren, nos lamentamos,
damos gracias a Dios de no haber sido víctimas de alguno y seguimos
hojeando el periódico buscando algo mas agradable que leer… nos
olvidamos de ellos… ellos no existen, no queremos saber cuantos hay ni
en que condiciones, los vertemos en el subconsciente al igual que hacemos
con nuestras malas experiencias… nos enajenamos de esa realidad… que se
ocupen los guardias penales de mantenerlos encerrados… cuanto mas tiempo
mejor… nos decimos a nosotros mismos que son monstruos, lo mas abominable
de la sociedad… merecen todo lo malo que pueda pasarles, así justificamos
nuestro enajenamiento, nuestra falta de piedad, nuestro olvido sobre su
existencia… pero junto con ellos encerramos una parte nuestra, mediante
nuestra enajenación perpetuamos y acrecentamos la cantidad de esos
seres humanos encerrados a los que llamamos monstruos…
Tenemos que entender que no podremos tener mejor calidad de vida,
material y espiritual a menos que todos hagamos algo, por minúsculo
que sea, para que esos miembros de nuestra sociedad tengan oportunidad
y condiciones para poder rectificar y aprender la forma en que deben comportarse
y respetar los principios y leyes por los cuales la sociedad se rige, es
imperativo que ese tiempo de confinamiento sirva para el mejoramiento espiritual
e intelectual de ellos…
Es necesario que en la misma magnitud con que se destinan recursos
humanos y económicos a las agencias del orden público para
la prevención de la delincuencia y el implemento de las leyes vigentes
sean destinados también recursos y esfuerzo al mejoramiento y desarrollo
de los reclusos, debemos concienciar que estos seres humanos son los mas
necesitados de la debida ayuda en nuestra sociedad, tenemos que entender
que la ignorancia, el escaso control emocional y las debilidades humanas
son las causas reales de los hechos por los que ellos pagan con la restricción
de su libertad sus deudas a la sociedad y que en una medida u otra esas
mismas características habitan en cada uno de nosotros, debemos
concienciar que bajo determinadas circunstancias siempre existe la posibilidad
de que cualquiera de nosotros pudiéramos vernos confinados… recordemos
lo lejos que todavía estamos de la perfección, ellos no son
monstruos, “ellos” son nosotros.
Mientras no entendamos, concienciemos y actuemos, una parte nuestra permanecerá encerrada y castrada, la sociedad y nosotros mismos con ella, perdemos cada día la oportunidad de ser mas fecundos no enfrentando esa realidad de la cual nos hemos mantenido enajenados… Nosotros nos preocupamos, visitamos y con sumo esmero le damos el debido cuidado y atención a nuestros enfermos en los hospitales, a nuestros enfermos del cuerpo… sepan que las presidios están llenos de enfermos de cuerpo y de espíritu, ellos están doblemente enfermos y la realidad es que de ellos no nos preocupamos, ni los visitamos, ni le ofrecemos como sociedad el debido cuidado ni la debida atención.
Y el motivo de esta carta es concienciar… para poder viabilizar la solución de los problemas ante todo debemos de estar conscientes de que existen esos problemas, conocemos que la pobreza, la desintegración familiar, la ignorancia, la falta de orientación espiritual, la discriminación, la deficiente educación pública, la dilapidación de fondos públicos y otros muchos problemas sociales que nos aquejan globalmente son causantes junto a las debilidades humanas de que exista la delincuencia, concienciemos que nuestra apatía colectiva, nuestra falta de piedad y compasión, nuestra enajenación de la realidad del presidio y de la imposibilidad del actual sistema carcelario de viabilizar el desarrollo humano y espiritual de esos nosotros son igualmente responsables de que se perpetúe el ciclo de violencia y victimización que nos aqueja desde tiempos inmemoriales, entendamos que hay una parte nuestra que es igualmente responsable de ello al igual que hay una parte nuestra a la cual encerramos con cada uno de esos semejantes que ponemos tras las rejas y por los que nada hacemos.
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Gracias, Juan San Emeterio. Marzo, 2003